¡Necesito un hombre! Ese sombrío pensamiento la hizo estremecer de ira.

A pesar de los consejos de todos para convencerla de que no lo hiciera, Hillary estaba a punto de casarse con Ray Saunders. Era paciente, bien parecido y la amaba. Sólo deseaba que sus padres fueran distintos, en particular el señor Saunders, hombre ambicioso y egoísta, que la hacía sentir incómoda.

¿Qué derecho tenía para echarle en cara su tempestuoso matrimonio con Clive como si fuera algo de lo que tuviera que avergonzarse? Esa relación ya había terminado, pertenecía al pasado de Hillary; Ray y su carrera como decoradora de interiores, era lo único que importaba para el futuro y no iba a dejar que la persuadiera de otra cosa...