La banquera Cordelia Richarson pasaba los días en compañía de brillantes hombres de negocios, pero a ella le eran indiferentes. En cierta ocasión conoció a una especie de pordiosero semidesnudo y calzado con unos zapatos llenos de agujeros que le pareció el hombre más apuesto del mundo.

Todo ocurrió en la isla de Coranoke. Cyrus Burs empezó a meterse en su vida sin juegos ni fingimientos. Ella, asustada y a la vez fascinada por él, no sabía a qué atenerse. Aquel hombre le brindaba la posibilidad de que su corazón volviera a vibrar.