Después de tres años, Georgina no se acostumbraba a vivir sin su esposo. Para distraerse, decidió navega en su yate, recorriendo la costa del Canadá, pero el mal tiempo la hizo naufragar.

Rescatada por el guardafaros, Georgina se integró a la tranquila existencia de Lyle y de su hijita. Pero al conocerlo mejor, se dio cuenta de que sus bondad intrínseca se la ofrecía a todos los niños y animales extraviados.

Y, a pesar de los problemas que la agobiaban, ella aspiraba a ser algo más para Lyle que otro animalito desvalido...