Jo Davidson rechazó con desdén la idea de aceptar la sinceridad del ofrecimiento de ayuda y compañía que le hizo el extraño. ¡No era tan inocente! Pero cuando la tormenta en la montaña hizo que la lluvia se filtrara en su tienda de campaña, supo que debía recurrir a alguien...

Conrad Wyatt era muy diferente a cualquier hombre que hubiera conocido. Era decidido y directo... no temía decir lo que pensaba o expresar sus deseos. En muy poco tiempo, resumió el conflicto que existía entre ellos a su expresión más elemental: la poderosa atracción que sentían.

En la clara luz de las montañas Rocosas del Canadá, lanzó un reto a la decidida independencia de Jo, y la enfrentó con su necesidad de amor.