Sus ojos recorrían insolentemente su cuerpo, siguiendo las delicadas líneas de sus pechos hasta sus sandalias de taco alto. Amanda enfrentó su mirada burlona con ojos fríos.

Ella lo recordaba. Era el formidable Reid Buchanan, que cambiaba de mujeres tan fácilmente como de corbatas. Hasta hacía muy cortos meses Amanda estaba de novia. Ella había sufrido hondamente y la herida todavía estaba abierta. Había abandona San Francisco para olvidar y había vuelto para encontrarse con una montaña de problemas familiares... y Reid Buchanan.

Sin siquiera preguntar, él se hizo cargo del asunto, tomó el control de la situación. Ella había decidido ser de acero, pero ¿por cuánto tiempo resistiría? ¿Cuánto tiempo tardaría en pasar de las brasas al fuego?