Sólo tenía que conectarse a Internet para estar con él...

Raine Covington había encontrado al amante perfecto... en Internet. Cuando las seductoras palabras de Jack aparecían en la pantalla, ella se derretía y las imágenes que él describía llenaban sus fantasías sexuales. Lo mejor de aquello era que no tenía que comprometerse en nada ni prepararle la cena. Podía apagar el ordenador en cualquier momento.

¿Entonces por qué se sentía tan insatisfecha?

Jack estaba preparado para dar el siguiente paso... conocerse personalmente. Él quería que aquella relación virtual se hiciera realidad, quería probar aquellos labios y acariciar su piel. Quería pasar la noche entera haciéndole el amor a la mujer que había conquistado su corazón.

Pero nada más verse, ambos iban a quedarse boquiabiertos...