Estaba dispuesta a vender su alma al diablo para conservar su amor.

Deil, su nombre era escocés y significaba "diablo". ¿Sería acaso que el propio demonio había irrumpido en la vidad de Kelly Watson?

Nadie la advirtió; ni siquiera se compañera de cuarto la previno de que se hermano la reemplazaría en Aspen. Sin embargo, allí estaba Deil, a la puerta de su casa.

Desde el momento en que lo conoció, Kelly lo catalogó como un periodista cínico y vividor, no como el hombre con quien quisisera compartir su vida. Pero no contaba con su inesperado atractivo y sus apasionados besos.

Kelly jamás soñó en que una mañana despertaría dispuesta a vender el alma para conseguir que Deil permaneciera a su lado para siempre.