Con su experiencia en los negocios, el magnate Harrison Rothwell estaba capacitado para resolver cualquier tipo de desastre... menos los que podían ocasionar un par de bebés. Por eso, cuando le dejaron a cargo de sus sobrinos pequeños, se dio cuenta de que iba a necesitar ayuda. Nathan y Matthew eran adorables, pero se ensuciaban, lo descolocaban todo y no les gustaba que les cambiasen el pañal, por no hablar de las noches en vela...

Evidentemente, necesitaba a Carrie Brent. Su preciosa vecina parecía tener un talento natural para los niños. Pero, ¿sería posible que por jugar a las casitas con Carrie, aquel consumado solterón acabara escuchando campanadas de boda?