Riley sabía que no era un hombre capaz de hacer realidad los sueños de un niño. Los suyos habían muerto hacia bastantes años y ni siquiera podía recordarlos. Pero tenia que comportarse noblemente con Dori Malone y su hijo Jake, porque había descubierto que era su sobrino.

Y lo peor de todo fue que Dori Malone comenzó a hacerse indispensable para él. Sabia informática, cocinar, lavar platos, ¡y hasta doblar su ropa interior! Y no solo eso, incluso consiguió que Riley comenzara a soñar con cosas como las estrellas...