Cuando Deke Bertrim llegó a la ciudad para investigar el dinero que faltaba del negocio familiar, no esperaba enamorarse de una de sus empleadas. Laurel Hillman era preciosa, pero pertenecía a un mundo distinto al suyo.

Él había ido a Harvard y ella apenas había terminado el instituto. Él tenía una fortuna, ella una familia. Fue divertido durante un tiempo, sobre todo cuando Deke se ofreció voluntario para entrenar al equipo de béisbol en el que jugaba la hija de Laurel. Pero el ejecutivo tenía que cumplir con sus obligaciones y regresar a su puesto de poder.