Sam llevaba cinco largos años añorando a Daniel. Creyéndolo muerto, su único consuelo era el hijo que él le había dejado.

Cuando volvió a su ciudad, descubrió que allí estaba Daniel, vivo y más irresistible que nunca. ¿Qué había ocurrido entonces cinco años antes? ¿Por qué parecía tan furioso? ¿Cómo podía contarle que tenía un hijo, cuando estaba tan claro el motivo por el que había desaparecido? Daniel tenía otro hijo sólo unos meses mayor que el de Sam.