La vida de Tonya Brewster era un desastre. No conseguía mantener mucho tiempo el mismo trabajo y siempre sobrepasaba el límite de velocidad. No comprendía que su abuelo le hubiera buscado un empleo en un centro juvenil del centro de la ciudad. Además, no sabía nada sobre niños. Pero entonces conoció a Kirk Butler, el director del centro, y supo que sus problemas acababan de empezar.

A Kirk le gustaban los retos, pero nunca se había encontrado con ninguna mujer tan atractiva como Tonya. No quería que trabajara en el centro, pero deseaba acostarse con ella. El problema estribaba en que Tonya no tenía intención de marcharse...