Lo único que le pedía Charles Mallory a una secretaria era no se pusiera a llorar ante el primer problema que surgiera, y que no cometiera el error de enamorarse de él. Por desgracia, el sexy magnate parecía producir un efecto extraño en su personal femenino, así que Charles decidió ofrecerle el puesto a Barbara...

La joven, que era su amiga desde la infancia, parecía perfecta para el trabajo y, sobre todo, lo conocía demasiado bien como para cometer la equivocación de enamorarse de él. Sin embargo, trabajar tan cerca de ella empezó a crear un efecto inquietante en Charles. ¿Sería tan tonto como para enamorarse de la única mujer que era inmune a sus encantos?