Georgie siempre quiso seguir los pasos de su padrastro, pero convertirse en veterinaria era sólo parte de su ambición. En consecuencia se sintió feliz cuando le ofrecieron un empleoe n un santuario de la vida salvaje en África. El dueño, Dirk de Vries, parecía un hombre agradable, así que ella recibió una horrible sorpresa al descubrir que trabajaría con Niklaas van der Walt. Él esperaba un asistente varón, por lo que no disimuló su disgusto cuando llegó Georgie. Ella sabía que podía realizar el trabajo, el problema era... ¿podría demostrárselo a Niklaas?