- ¡Gracias a Dios me he curado de ti y de mi enfermedad!

Las palabras de Randall resonaban en la mente de Gillian. Su relación amorosa había terminado abruptamente. Él estaba muriendo y Gillian no había podido enfrentarse con la realidad, así que lo abandonó.

Cuatro años después apareció Randall, tan apuesto como siempre y gozando de excelente salud. ¿Qué importaba? Tanto la vida de Gillian como la de Randall habían tomado senderos opuestos y lo único que existía entre ellos era una profunda amargura.