Estaba bien para pasar los veranos cuando era niño, pero vivir todo un año en Virginia Occidental, ir a un instituto rural y vivir en una cabaña de troncos no era su idea de pasarlo bien. La mayoría de sus amigas se habían convertido en unas chicas tontas que andaban siempre tras los chicos.

El único que no había cambiado era Raney. Estaba tan odioso como siempre. Pero ya no la empujaba a un arbusto de zumaque venenoso, ni tiraba su muñeca al arroyo. Había inventado métodos de tortura más sofisticados. ¿Cómo podía Anne demostrarle a aquella vil criatura lo que realmente pensaba de él?