Él era el sueño de cualquier mujer. Y, para su disgusto, Amanda se sentía tan interesada por Kyle Fox como las demás. Aunque no permitió que él se diera cuenta. Compartían la presentación de un programa de televisión y Amanda no no quería compartir nada más. Especialmente con un hombre que la consideraba una mojigata, y lo manifestaba en privado y ante las cámaras. En cuanto a ella, le consideraba muy peligroso, con su cuerpo delgado y atractivo, su pose descarada y sus miradas lascivas. Pero Amanda no era precisamente una reprimida, y estaba dispuesta a probarlo.

¿Qué mejor prueba que sus secretas cartas llenas de fantasías lo bastante sugerentes como para volverlo loco? Sin duda estaba acostumbrado a llevar la iniciativa con las mujeres, pero incluso el gran Kyle Fox sabría apreciar el placer de ser seducido.