Cuando la sensata y bondadosa Elizabeth le salvó la vida a un desconocido, no imaginó que su vida cambiaría por completo. En su ocupada existencia no había tiempo para aventuras amorosas y no tenía intenciones de permitir que un hombre como Andrew T. Harcourt, con quien estaba en desacuerdo casi en todo, la exasperara. Y eso sería lo mejor, puesto que él no parecía tener en mente la idea de contraer matrimonio...