En su camino por los Apalaches, Gretchen Spargue esperaba encontrar algunos imprevistos, pero no contaba con que un hombre se metiera en su tienda. Sin embargo, aquel gigantón llamado Cliff Powell conocía los secretos de las plantas y la vida salvaje y Gretchen no pudo evitar sentirse ligada a él en el entorno natural en el que se movían.

El recuerdo de su calor y de su risa acompañó a Gretchen una vez de vuelta en la jungla de asfalto de Manhattan. Pero una cosa era vivir en la naturaleza, libre de inhibiciones, y otra muy distinta aceptar a un hombre en su ajetreada vida de ciudad... Además, él ni siquiera sabía su nombre.