"Usted es sólo un cliente, señor Reid", dijo Stevie secamente, agregando "usted no es mi guardián". Ni aun por el bien de su carrera soportaría ella su interferencia.

James Reid, sin embargo, no era un hombre al que se dejara de lado con facilidad. Ásperamente atractivo, impaciente, él tenía una energía magnética que podía avasallar a cualquiera, y más a una inexperta soñadora como Stevie.

Antes de darse cuenta, ella casi había olvidado a Jordan, el hombre con el que siempre había esperado que se casaría. James capturó complemente su corazón... y luego se lo rompió.