- Pero no puedo concederte lo que deseas - susurró con firmeza.

Un día de su vida era todo lo que Geoffrey Parker quería. Una vez había gozado de todos sus momentos. Sara había sido su mujer; una joven de dieciocho años, hija de dos granjeros de Iowa, que se atrevía a invadir -como una intrusa- el fabuloso dominio de los Parker. Durante dos años, Sara se había sometido a la voluntad indomable de Cecilia Parker. Después, cansada del despótico autoritarismo, se había marchado para encontrar su propio destino.

Transcurrieron ocho años. La madre de Geoffrey había fallecido y el pasado había quedado enterrado. Sara había fundado su propio imperio en Nueva York, una empresa multimillonaria que se dedicaba a la creación de joyas exclusivas. Sin embargo, bastó que mirara a los ojos de Geoffrey otra vez para descubrir que la pasión que los había unido aún ardía en su corazón. Sólo algo diferenciaba el pasado del presente. Entonces él la había deseado, pero ahora la necesitaba desesperadamente. ¿Podría Sara acercarse a él, saborear por un día la intensidad de esa pasión, sin volver a desear a ese hombre para toda la vida?