Rachel no necesitaba un marido para tener un hijo. Su alto nivel económico le proporcionaba ciertas ventajas... por ejemplo pagar una buena suma a un hombre sano y bien constituido que accediera a hacerla madre y luego desaparecer de su vida.

Charlie Mathers parecía el candidato perfecto. Era alto guapo y simpático... El único problema era que él se negaba a colaborar con sus planes, así que Rachel decidió buscar otro candidato. Y fue entonces cuando descubrió horrorizada, que no le gustaba ningún otro hombre. El conejillo de indias se había convertido en el amor de su vida...