Helena Catesby había sido acusada de conducir ebria, pero se sentía totalmente incapaz de recordar nada. Sólo un gran abogado podía salvarla.

Valerio Lucci lo era, pero también era el hombre al que ella había abandonado en el altar. Eso había ocurrido diez años atrás, pero en cuanto Valerio la miró, le pareció como si le hubiera ocurrido el día anterior. El tiempo no había mitigado el dolor, ni había disminuido la pasión.