Él representaba todo lo que ella aborrecía. Su éxito seductor como relacionador público de museos, teatros y galerías de arte invadía su vida privada. Kanyon Edwards debería llevar una etiqueta que dijera: "Letal. ¡Destructivo para mujeres!".

Tara Hallworth juró que ella nunca sería nombrada entre las miles de mujeres de su harén. Tara era una abogada notoria. Su trabajo la absorbía, aun sabiendo que esto mismo había sido la causa del fracaso de su primer matrimonio. Había decidido olvidarse de los hombres atractivos, que tomaban todo y luego desaparecían sin el menor reparo. Pero, cuando su mirada encontró la mirada de Kanyon, cuando él se acercó para abrazarla, Tara súbitamente se sintió envuelta en la ilusión de seguridad, y en la realidad del liso, llano y primitivo placer.