Cuando Sharon Harper abrió su salón de belleza, decidió anunciarse en el programa de radio de más audiencia. Pero cuando oyó al irreverente y gracioso locutor, llamado Stoney Ross, leer su anuncio, se sintió insultada por las bromas que hizo a costa de ella y de su negocio. Haría que ese hombre se arrepintiera de sus palabras.

Stoney sólo había ido a ver a Sharon para disculparse. Sin embargo, cuando la atractiva joven le tocó el cabello pensando que se trataba de un cliente, le gustó tanto la sensación que decidió no revelarle quién era... no le apetecía nada destruir ese momento tan placentero.