Kane Webster había comprado aquel negocio a sabiendas de que alguien estaba malversando fondos y todos los indicios señalaban a Erin O'Toole. Kane estaba empeñado en verla en el banquillo de los acusados... hasta que la conoció. Jamás habría imaginado que se sentiría tan atraído por ella que incluso se enamoraría.

Después del divorcio, Erin no sentía el menor deseo de iniciar otra relación, menos aún con su nuevo jefe. Sin embargo, aunque no siempre comprendía el misterioso modo de actuar de éste, Erin no podía resistirse a los encantos de Kane Webster y, antes de poder evitarlo, se vio inmersa en una apasionada aventura con un hombre al que apenas conocía... pero al que amaba. Aun así, al descubrir las sospechas de Kane, se vio obligada a tomar una decisión: ¿Debía continuar con alguien que la creía una delincuente?