De pronto ser tres era mucho mejor que ser sólo una… siempre y cuando él fuera su compañero

Para Lee Singer, tres eran multitud cuando sus padres iban a visitarla e, irremediablemente, hacían lo que solían hacer: entrometerse en su (inexistente) vida amorosa.

Por el contrario, el hombre que acababa de llegar a la ciudad con un encantador niño le resultaba mucho más interesante. Aquel hombre maduro y guapo no tenía nada que ver con el Adam Benton adolescente que Lee recordaba. Mientras ayudaba a Adam a criar a su hijo, Lee iba a darse cuenta de que lo que sentía por él era algo más que el cariño de una vieja amiga…