Ella no se rendiría jamás. Su padre había fundado el Emerson Mills Gazette para que fuera únicamente un diario rural de Maryland. Claire Tanager, la editora galardonada con varios premios, tenía la intención de que continuara siéndolo. Jamás lo dejaría formar parte de la nueva cadena de la Costa Este de Spence McCabe.

Pero su decisión respondía a algo más que a los negocios en sí. Sentado frente a ella con descaro, la imagen misma de la inalterada autoridad masculina, estaba McCabe, el hombre que lograra seducirla a las pocas horas de haberla conocido. Aquella había sido una velada impetuosa en la que ella había arrojado por la borda los principios morales de toda una vida. Una noche que no podía menos que recordar a pesar de todos sus esfuerzos por echarla al olvido.

¿Por qué había venido McCabe? ¿Qué le hacía pensar que podría adueñarse de su diario y de su vida? Su sola presencia le despertaba vergüenza e indignación y una añoranza que su orgullo desmedido le impedía reconocer.