Sam Cassidy era un arquitecto muy ocupado. Nada sabía sobre el cuidado de niños, en especial sobre pequeños de la alta sociedad. Por ello, contrató a Tessa O'Brien, una maestra de ideas innovadoras de Los Ángeles, para que cuidara de su sobrinita.

Fue así como Tessa llegó a vivir con el hombre que podía hacer hablar a las flores y al aire mismo susurrar palabras de amor.

Ella se recordaba una y otra vez que Sam era un mago aficionado; una persona diestra en el arte del encantamiento y la ilusión.