Un beso apasionado. ¡Eso fue todo lo que él necesitó! Las barreras se derrumbaron. Ella se sintió conmovida en lo más profundo de su ser. Él la deseaba a ella. Pero lo peor era que su deseo era igual al de él.

¡Un jugador! Vicky se lamentó. Noventa y nueve por ciento de encanto y un cien por cien oportunismo. Ella se había jugado por entero por un hombre así. Y había perdido, en Las Vegas. ¿Qué es lo que la impelía atirar todo por la borda, dejar que su corazón se entregara una vez más y dejar todo librado a la suerte de los dados o a la decisión de los naipes? Vicky no lo sabía. Lo único que sabía era que un hombre como Ben podía herirla. Y mucho. Ansiar su contacto, saborear el gusto de su boca, era buscar los problemas. ¿Estaba ella dispuesta a poner nuevamente en juego su corazón?