Kaler O'Connell era un ex convicto, un hombre a quien Beth Rasmussen debía evitar, según le habían advertido. Pero ella lo contrató, tuvo la osadía de ofrecerle una segunda oportunidad aun cuando el pequeño pueblo de Dakota del Sur era un hervidero de intrigas y de habladurías.

Beth debió admitir que algo más que la simple compasión la había compelido a actuar de esa manera. Kaler era un perdedor, pero además era un hombre a quien encontraba difícil resistirse. Ella era su única aliada, la mujer que él trataba de no tocar siquiera.

Pero sus almuerzos cotidianos, los crecientes lazos de compañerismo no serían ignorados. Muy pronto ambos se verían obligados a elegir entre la pasión que ya no podían negar y el pueblo que no perdonaría ni olvidaría el pasado.