Estaban comprometidos con sus carreras y con ellos mismos. Durante los dos primeros años de su matrimonio, habían vivido separados a doscientos kilómetros de distancia por sus trabajos. Pero ahora que estaban juntos, Nicole y Randell Clarke animaban uno de los más populares programas de televisión en St. Louis. Eran la pareja ideal hasta que la oportunidad llamó a sus puertas.

La posibilidad de conseguir un puesto de conductor en el noticiero de la noche fue la oportunidad de sus vidas y una invitación al desastre. Acuciada por la presión de apoyar a su marido y por su propia necesidad de crecer, Nicole vio que su matrimonio amenazaba con resquebrajarse. Estaban compitiendo por un premio que no podían compartir. La elección era: una perfecta carrera o un perfecto amor.