-Es usted demasiado entrometida -le espetó el arrogante Dervan Deville a Talía, cuando ésta siguió a su joven hermana a la isla Lanzarote. Serine estaba definitivamente prendada de Dervan, quien era un donjuán, pero Talía no confiaba un ápice en él... lo cual resultaba conveniente, ya que cuando él desplegaba su encanto personal, era prácticamente irresistible.