Como cualquier miembro de la aristocracia londinense, Morgan Drummond, marqués de Westham, esperaba que su mayordomo tuviera su casa a punto cuando regresara..., aunque regresara de repente y tras cinco años de ausencia. Lo que Morgan no esperaba era encontrarse su casa tomada por un tropel de desconocidos que habían hecho de ella su hogar gracias a la inventiva de su mayordomo y a un discreto anuncio en la sección de clasificados. El plan de Morgan para poner de patitas en la calle a sus inoportunos inquilinos se vería desbaratado por la señorita Emma Clifford, una bella e indómita debutante que no le hacía ascos al chantaje si se trataba de una buena causa.

Morgan se encontró así en el papel de acompañante de la encantadora Emma en las reuniones de la alta sociedad... y, por extraño que pareciera, empezaba a tomarle gusto al asunto. Pero sin duda no podía estar enamorándose de una mujer tan exasperante, por más que Emma Clifford poseyera el don de hacerle olvidarse de su propio nombre. Ese mayordomo se las iba a pagar todas juntas, aunque era tan difícil encontrar buen servicio...