Amanda Tremaine tenía que encontrar a un hombre. Había ganado el premio a la mejor recién casada, pero el problema era que no estaba casada. De modo que cuando se quedó encerrada en el ascensor con un hombre atractivo y encantador pensó que aquello había sido obra del destino. Era el marido perfecto. Y él se mostró de acuerdo con su plan con una sola condición: que no revelara su identidad.

Aunque Josh tenía sus propios motivos para ayudar a esa dama en apuros, pronto empezó a divertirse con su papel. Los ojos verdes de Amanda y su cálido sentido del humor capturaron no sólo su atención sino también su corazón.