Tara pensó que Bryn era el hombre más odioso que había conocido: arbitrario y hacía lo imposible para arruinarle sus vacaciones en una pequeña isla del Pacífico. Pero, antes de que se diera cuenta de lo que pasaba, la paradisíaca isla se convirtió en una pesadilla. Y aunque Tara detestaba a Bryn, descubrió que lo necesitaba con desesperación en más de un sentido.

A medida que su dependencia de él aumentaba, su amor por Bryn crecía.

Sin embargo, no valía la pena enamorarse de él, ya que ella siempre supo que en la vida de Bryn sólo existía Roseanne.