Él era el hombre más hermoso que jamás hubiera visto. Sin advertencia alguna, él cruzó la habitación, la estrechó entre sus brazos y la besó de una forma como nunca la había besado. ¡Su propio hermano!

¿O no era él? No, el hombre que había despertado de tal forma sus sentidos no podía ser el mismo que ella buscaba desde hacía cuatro años. El hermano a quien ella no había conocido. Ken había desaparecido. En su lugar estaba Lance, el inspector. En pocos minutos ella se vio asaltada por el más implacable interrogatorio. ¿Quién era ella? ¿Por qué había venido a San francisco? ¿Cuál era su relación con el delito cometido por su hermano?

Asombrada más allá de todo lo verosímil, Erin se encontró en manos de un insistente desconocido, un hombre que lograba despertar su furia... y sus más apasionados deseos.