Mac Donnelly no tenía pensado casarse... aunque, en aquellos momentos, llevaba puesto un esmoquin negro y estaba en el altar esperando la entrada de su prometida. Lo que lo había llevado hasta allí era el deseo de venganza... Había planeado enseñar a la seductora Sabrina Giacanna una lección sobre la fidelidad, pero había acabado siendo traicionado por su propio deseo.

Aquél estaba destinado a ser un matrimonio sin amor, pero, cuando Mac miró a los ojos de su ruborizada esposa, supo que Sabrina sólo aceptaría su propio corazón... y su confianza. El problema era que Mac no estaba seguro de poder ser el marido que aquella frágil belleza merecía. Después de todo, era la hija de su peor enemigo...