Adversarios en el tribunal, pero cómplices en un veredicto de amor.

Casey no se ajustaba a la imagen de una abogado joven. Fumaba a escondidas en el cuarto de baño para escapar de las iras de su compañera de piso, vivía de bocadillos y seguía vistiéndose con el mismo desaliño que en la facultad. Tanto era así que, cuando Sam Dreyfuss la vio por primera vez, la confundió con una pordiosera y le dio el dinero que llevaba suelto. Sin embargo, la segunda vez le pidió que salieran juntos.

Sam Dreyfuss, uno de los mejores abogados de Manhattan, era el oponente de Casey en el tribunal.

Estaban separados por el delito..., pero unidos por el amor.