Elizabeth Hill maldijo la suerte que la metió de lleno en un atraco a mano armada a plena luz del día. Como si la ciudad no hubiera tenido ya bastante con lo que tenía que cuchichear sobre ella, ahora desempeñaba el papel de damisela en apuros para que un misterioso extraño llamado Connor Wade desempeñase el de héroe. ¿Es que no podían dejarla en paz?

Connor no esperaba que Elizabeth Hill fuese tan... bueno, tan atractiva. Todo el mundo en Sterling la trataba como si fuese una solterona para quien la vida se había acabado ya. Pero él estaba convencido de que si conseguía atravesar su duro corazón, descubriría algo por lo que merecía la pena luchar.