Quizá le faltara un romance en su vida, pero Christina estaba contenta... hasta que Jack Millard apareció en su lujoso hotel. Su personalidad transmitía calma, sin embargo, a Christina le ponía muy nerviosa, todo ello para alegría de su hija, quien había decidido que Jack era el remedio perfecto para curar la alergia a los hombres que sufría su madre.

Christina ya había estado casada una vez, y sabía que una alianza matrimonial podría incluso transformar a un hombre maravilloso en un monstruo. ¿Cómo podía entonces estar segura de que Jack era tan encantador como parecía?