La mayoría de las mujeres hubiera apreciado la oportunidad de pasar una temporada en el yate de un príncipe millonario, en Portofino. Pero Jessica Shelburne no era como las demás. Resentía que la alejaran de su trabajo y le molestaba que el sobrino del príncipe, Leandro Volpi, tratara de persuadirla para que tomara su estancia en el yate como una especia de vacaciones.

Jessica odiaba el hecho de encontrar a Leandro demasiado atractivo. Después de todo, él era un donjuán perezoso y despreocupado, que trataba de jugar con ella.