El corazón nunca atiende a razones

El policía Dylan Hastings sólo creía en cosas reales, como la familia, la integridad y la justicia, y sabía por propia experiencia que la mujer equivocada podía destruirlo todo. Por eso, cuando Megan Stafford, una bellísima mujer que representaba todo a lo que Dylan se oponía, entró en su vida, supo que los problemas llegarían pronto.

Megan no comprendía por qué se sentía tan atraída por un hombre tan exasperante, aunque fuera atractivo como una divinidad griega. Ella era una chica de ciudad y él, un policía de pueblo, y su atracción era un constante recordatorio de por qué no debían estar juntos.

Sin embargo, inmersos en una batalla de voluntades y deseos, se sintieron tentados de romper sus propias normas.