Caitlin descubrió, horrorizada, que su amado hogar, Cashelkerry, pertenecía ahora al enigmático e implacable Jake Ferriter, con quien se había enemistado. Éste no perdió el tiempo en hacer valer sus derechos sobre la propiedad y Caitlin comprendió que debía sentirse agradecida de que él le ofreciera empleo.

En apariencia, eso era un gesto generoso, que tenía por objeto poner fin a las viejas rencillas entre sus familias. Sin embargo, Jake no disimuló su deseo de que Caitlin se convirtiera en su amante... sin ataduras emocionales.